¡Ah puej! Coromoto Salazar Jiménez nunca imaginó que tras abandonar su natal Venezuela, hace 6 años, una combinación de sabores que dan vida a un merengón le iba a cambiar la vida. Ese mismo merengón de frutas será el que la lleve a endulzarles el paladar a los comensales que la visiten en el Bazar de la confianza, este próximo 17 de julio, en Medellín.
Coromoto o Coro, como la llaman quienes la conocen comenzó a trabajar, por primera vez en Colombia, vendiendo merengón. Desde el puesto Merengón de Fruta, el emprendimiento donde labora, habla pausado y con tono alto, mientras organiza el puesto, ubicado en un mall comercial del Noroccidente de la ciudad, que más bien parece un palacio del dulce, donde el merengón es el rey.
El monarca manjar del que hablamos es un producto con combinación de sabor y textura. La base principal es el merengue, una mezcla de claras de huevos batidas con adición de azúcar que forman una consistencia sólida. Se sirve con crema chantilly simple, con porción generosa de fruta, la cual varía entre fresas, durazno y hasta guanábana, para formar una especie de ‘sándwich’ que se cierra con otra rodaja de merengue encima y al final atestado, se baña en leche condensada. ¡Et voila!, listo el merengón de frutas.
Desde su burbuja abarrotada de manjares nos cuenta ahí, en lo suyo, por qué esa dulce tentación es el producto estrella: “Muy independiente de todo (refiriéndose a lo que tan dulce puede ser) es preparado con base de clara con azúcar y al tú colocarte el merengue en la boca, eso se disuelve. Esa combinación cuando entra a tu boca es deliciosa, indescriptible para alegrar la vida”.
El emprendimiento para el que trabaja Coro es Merengón de Fruta. Este espacio creado hace 6 años por Gloria Amparo Orozco Gutiérrez beneficia a cerca de 30 personas que sirven las mismas delicias en otros puntos diferentes de Medellín. Ahora, esta iniciativa solidaria dijo presente en el Bazar de la confianza para deleitar a los amantes de las tradiciones en Sabores de confianza, en el Jardín botánico Joaquín Antonio Uribe de la capital antioqueña.
Mientras conversamos, esta maracayera del estado Aragua, de 56 años de edad, con gorra roja, camiseta y delantal del mismo color, organiza su estantería, limpia la vitrina y acomoda unos merengues, un par de paquetes llenos de solterita y me cuenta que tiene listo un banquete de golosinas tradicionales para llevar al Bazar.
Desde solteritas con lecherita bañadas en leche condensada, merengues de todos los tamaños y colores, bombones de coco o ‘arrancamuelas’, fresas con crema o bañadas en chocolate, maní acaramelado, arroz con leche, mazapanes, y el infaltable dulce de jalea de pata, “con colágeno natural”, como dice Coro. Todo un festival del azúcar, para los que no sufren por el coma diabético.
“Llevamos una vida muy agitada, con muchos problemas, entonces hay que darle un play a eso y endulzar la vida. Por eso queremos que vengan a consumir nuestro merengón al Bazar. Hay que separar lo que es el estrés del trabajo, la vida y endulzarse, aunque sea por media hora o quince minutos, disfrutando un delicioso merengón de frutas”, lo dice en serio y en tono promocional también.
Aunque su corazón ya es más de aquí que de allá, está feliz porque se va de Bazar el 17 de julio. Mientras la vida la sigue endulzando a ella, sus dos hijos y un nieto, no descarta la idea de cautivar hasta el más radical de los comensales al otro lado de la frontera: “si yo llegase a regresar a Venezuela, que tengo intenciones y mi país se acomoda, quiero vender merengón. Yo sé que eso va a ser una ‘bomba’ allá”, remata con ilusión.