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15 mil personas vivieron una de las mayores expresiones de cooperativismo, en su vigésima tercera versión.

A las 8 de la mañana ya había filas en las tres entradas del Jardín Botánico. Cientos de personas, grupos de amigos, familias e incluso visitantes extranjeros sonreían comentando la programación que los esperaba en los variopintos espacios del Bazar de la Confianza 2024.

Algunos tenían listas sus boletas, otros se apresuraban a descargarlas, y los pocos que no las tenían, se inscribían pacientemente en los listados manuales. Todo fue rápido, fácil y gratuito. A medida que las horas iban avanzando, con un sol majestuoso colgado del cenit del cielo, las filas seguían engordando y, adentro, quienes ya habían entrado se paseaban felices entre toldos y stands de artesanías, libros, comidas de todo tipo, bebidas, plantas y carpas donde se ofrecía esparcimiento infantil o charlas culturales y políticas con epicentro en la vida, las economías solidarias, populares y familiares, y el trabajo asociativo en general.

Fueron más de 15 mil las personas que visitaron el Bazar de la Confianza en su versión 21, según cifras entregadas por Alejandro López, director de Fundación Confiar.

“El balance fue muy positivo porque hubo un ambiente de fiesta, un clima extraordinario y mucha fraternidad. Fueron más de 260 propuestas y, de ellas, 110 lideradas por mujeres. Fue un bazar inolvidable”, expresó Alejandro López.

Esos 15 mil asistentes gozaron desde tempranas horas de las cervezas artesanales a base de miel y de caña, de opíparos almuerzos hechos con productos típicos del Chocó, Cauca, Antioquia, los Llanos y la Costa Caribe, y por cocineras formadas en la periferia de la ciudad, como Graciela Arroyave, una madre de Enciso, recicladora desde hace 36 años y cocinera por encargo desde 2021.

“El Bazar es una bendición, ojalá no se hiciera cada año. Ojalá fueran dos o tres veces por año”, dice Graciela, quien en su emprendimiento culinario tiene a otras tres madres de Enciso: Damaris Quejada, Patricia Cobo y Ligia Prisco.

El Bazar, además de comida, tuvo música, danza, conversatorios y puestas en escena de todo tipo, como Otredanza, grupo de teatro con un mensaje de unión y diversidad que se presentó en una de las tarimas cercanas al vagón de tren, o Milola, dueto musical del Oriente antioqueño que amenizó la carpa de Mercados Solidarios.

“Ha habido bazares con más de 20 mil y hasta 25 mil asistentes, pero quizás este brilló con más alegría y optimismo, porque además jugaba Colombia en la final de Copa América”, resaltó Lorenzo Villegas, coordinador del espacio Sabores de Confianza.

Y sí, fue un bazar con alta dosis de patriotismo y comunión festiva. Mucha gente llegó al evento con la camiseta de la selección Colombia y con gran entusiasmo participaron de las actividades propuestas en la gran fiesta del cooperativismo. Desde temprano hicieron fila para el yoga, para jugar Concéntrese y conocer un poco más sobre la Línea Editorial de Confiar en la Cultura, o el proyecto Sueños Sonoros del colectivo Espiral Creativa, iniciativa surgida justamente en las convocatorias del Bazar de la Confianza.

“No se puede visitar el Bazar con afán. Hay mucho qué ver y qué comprar. Y otra cosa, es que hay que venir con toda la familia, o con los amigos, porque hay actividades y productos para todos los gustos y edades. Yo traje a mi abuelo y gozó de lo lindo con la música de la Sonora Matancera y con Afrosound”, cuenta Lucila Velásquez, una madre cabeza de hogar del barrio Campo Valdés.

Cada propuesta, cada toldo, cada presentación artística, tenía un contenido social, un mensaje de cambio y una historia de vida. Cada joya, cada camiseta, cada marioneta contaba un proceso, un proyecto de vida, una apuesta llena de esperanza.

Cuando las personas compraban un recuerdo o un plato de comida, también se llevaba una historia, un abrazo fraterno de quien se lo estaba entregando. Porque el Bazar no es sólo un evento de compras, es un compartir de ideales, una alianza por la vida, por la dignidad.

Al final, la selección Colombia no pudo ganar la final de la Copa América, pero el país se ganó con la integración y la camaradería que se vivió en el Bazar de la Confianza, donde, como bien dice Alejandro López, “Confiar dio a entender que sí son posibles otros mundos”.

Tal y como citó Oswaldo León Gómez Castaño, gerente corporativo de Confiar, “no dudemos, la Diferencia está en Confiar, esa es nuestra inmensa riqueza, una riqueza simbólica mayúscula que se mide en gozos, alegrías, abrazos, buena música, ricas viandas, participación incluyente y diversa, juegos, lecturas y rondas solidarias. La riqueza no es solo el ultimo reglón del balance, donde se cuenta cuanto fueron los excedentes. Es mucho más, es una gestión transformadora que hace que el dinero sirva para hacer una fiesta maravillosa, editar y regalar libros, construir y financiar vivienda popular, juntarnos para ahorrar con paciencia y gastar con parsimonia; resumiendo para pasar bien bueno y tener una vida digna de manera personal, familiar y colectivamente. Este es el universo de un estado ideal del bienvivir… El 14 de julio, en el Jardín Botánico de Medellín la gente de Confiar jugo como la mejor selección y sumo más puntos para tener la medalla que califica El Bazar de la confianza como la fiesta más encantadora y bonita del cooperativismo colombiano.”

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