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Una fiesta: El más trivial
De los actos,
el más distraído de los besos.
Elkin Restrepo

En el Bazar de la Confianza abunda, en una proporción justa, todo aquello que en una sociedad equitativa hace posible que los ciudadanos puedan disfrutar de los placeres que enaltecen la existencia.

El Bazar de la Confianza es nuestra gran fiesta, el gran ritual de rituales que nos regocija en el calor del encuentro, en la grata compañía, en la urgente tarea de soñar y creer sin titubeos que haremos lo imposible. Es la celebración profunda y necesaria de lo que somos y lo que hacemos.
La convicción plena de que aun en la adversidad seguimos persistiendo en la propuesta de una vida más humana, atada por lazos de reciprocidad, inclusión, dignidad plural, belleza y alegría.

Es una propuesta educativa, cultural, artística, lúdica y recreativa, tejida colectivamente y atravesada por la intención de hacer visible, ante los demás y para nuestros ojos, las realidades que la cooperación puede transformar, afirmar y reinventar para ser más y mejores seres humanos. Este testimonio certero desmorona la falsa idea de que lo marginal no cuenta.

Origen y consolidación 
En un texto escrito en 2013 por Verónica López, Asociada y estudiante becada por CONFIAR, se destaca: “En 1999 hicimos historia, por primera vez un gran número de procesos económicos, sociales, culturales y artísticos se unieron en torno a una fiesta, pero no a cualquier fiesta: a una que reivindicaba al ser solidario, que invitaba a creer en otro mundo posible y re-significaba el ocio y la diversión. No es cualquier cosa en un país como el nuestro, y más aún en un momento de crisis general, que se dé algo de esta naturaleza, que se unan sentido crítico y esparcimiento,
política y arte en un mismo lugar.

Para lograr estos objetivos, y dada la naturaleza de la fiesta, año tras año se han consolidado unos ejes que son transversales a todo el Bazar y, consecuentemente, a la plataforma solidaria de CONFIAR. Un argumento articulador es la exaltación de la vida, y más aún la lucha por una vida digna, porque estar vivo no es la vida, merecemos permanecer pero en la perspectiva del bienvivir.
Otro elemento prioritario es la fuerte convicción de que el agua es un derecho fundamental, y por eso se hace explícito un rotundo NO a la mercantilización del agua, en el Bazar no se comercializa agua embotellada. Conscientes de la importancia de tener unas relaciones diferentes con el
ambiente, se realizan enormes esfuerzos por consolidar la campaña de “Bazar cero residuos”, y a pesar de ser un evento de gran magnitud se ha logrado un tratamiento adecuado de los residuos generados. El interés por evitar la contaminación pasa también por no saturar el Jardín de ruido, de tal modo que sea un espacio en el que se pueda ser y expresarse. Desde el Rincón de Mi Pueblo especialmente, pero transversal a todos los espacios, se realiza una apuesta por la soberanía alimentaria y la producción agroecológica y libre de transgénicos. Son visibles además el apoyo a los jóvenes, sus expresiones y propuestas, así como la intención de consolidar las redes de solidaridad y el comercio justo, con énfasis en el consumo responsable, y también la puesta en escena de las organizaciones sociales, populares y comunitarias, sus luchas y construcciones, entre otras iniciativas.

El Bazar de la Confianza nos recuerda cada año que más allá de resistir, de lo que se trata es de revolucionar la forma en que nos relacionamos con el otro, con la naturaleza y más aún con nosotros mismos, no es sólo un paso adelante en el camino de la transformación social, es la muestra viva de que sí se puede y de que en el ámbito social no hay verdades únicas ni únicas son las maneras de emancipar”.

De un rápido balance del Bazar en sus 15 años de historia, extraemos las siguientes cifras: la participación de más de 244 mil asistentes, entre Asociados, Ahorradores, familiares y amigos, con un promedio de 20 mil personas en cada versión, más de 300 experiencias de economía,
educación y cultura solidarias y más de cuatro mil artistas.

Ecos del Bazar
Múltiples, coloridos y heterogéneos son los testimonios de los protagonistas del Bazar de la Confianza. Esta es una pequeña síntesis de los innumerables sentires que ha suscitado este encuentro solidario:

El Bazar de la Confianza constituye una demostración de fortaleza de la Economía Solidaria, que permite ver, a quienes tienen ojos para hacerlo, cómo funciona realmente la energía comunitaria cuando se convierte en solidaridad, por cuanto allí, en medio de muestras de producciones artesanales (en las que retorna la buena energía humana a postres, golosinas y dulces tradicionales, a elementos de juego y ornato familiar que la “gran industria” estandarizó hasta desnaturalizarlos, al convertirlos en cosas sin alma, “sin gente adentro”), de actividades lúdicas y artísticas que hacen tornar los juegos y la creatividad del arte a espacios horizontales en donde los espectadores dejan de serlo para ser actores, y entonces sonreír y pensar y participar; en el Bazar, entre los toldos, las carpas, los areneros para niños, las bombas de colores, los cuenteros, los libros de usado y los nuevos que hablan de Economía Solidaria, los mimos, las obras de teatro, los laboratorios de reciclaje, en el centro de todo eso, y de mucho más que ocurre y concurre durante un día, mientras se “consume” comunidad solidaria pero en lo fundamental, allí entre los hombres, mujeres, niños y veteranos de la vida y el trabajo que llenan el rostro de asombro cuando traspasan las puertas del Jardín Botánico, se percibe una verdad de a puño que se ha venido construyendo a lo largo de los años:

Que cuando la solidaridad se actúa, se organiza y se encuentra consigo misma y con la comunidad que la hace, termina por jalonar un reencuentro con una utopía, que por ancestral no deja de ser el fin último de la economía y la vida social: La felicidad de todos, concebida como la satisfacción
libre y autónoma de las necesidades, los deseos y las aspiraciones, derivados de las dimensiones física, individual, social y espiritual que constituyen la naturaleza humana.

-“El Bazar de la Confianza es un montón de risas, de sueños que retornan después de letargos producidos por la rutina, de gentes que llegan en busca de sí mismas y de los otros; es una prueba de que la convivencia, la paz y la solidaridad sólo son posibles cuando la comunidad encuentra unos escenarios donde pueda dar rienda suelta a su utopía.” Gonzalo Pérez, amigo y cooperativista.

-“El Bazar es el espacio ideal para reencontrarse con viejos amigos, volver a ser niño, sentir cómo las almas y los corazones laten al ritmo de la alegría y la solidaridad”. Gracias CONFIAR. Carlos Villa, Sabores y Vida desde Guarne.

-“La confianza es la hermana verde de la esperanza. Este Bazar es un hermoso punto y momento de encuentro entre quienes seguimos luchando por hacer realidad la utopía”. Gabriel Serna, Asociado.

-“Una sonrisa de no acabar, que comprende lo complejo y lo bello de lo planeado, lo realizado, lo imprevisto, lo alcanzado, lo procurado. Cientos de semillas sembradas en el ser de cada visitante, semillas de lo posible sin garantía de germinar pero con la condición primera cumplida: ponerla en
el otro; posibilitando ser, abonar a la transformación”. Diana Suárez, Corpozuleta.

-“Bazar de Bazares. ¡Qué colorido, formas y música que llegan al alma y despiertan todos los sentidos! Encontrar a tantas personas en torno a un mismo objetivo fue hermoso. Abrazos, besos, sonrisas, caras pintadas, cuerpos danzando, niños jugando. Un mundo de sensaciones”. Blanca Hernández, Asociada.

-“Entonces en el Bazar —precedido de una serenata la noche anterior— uno encuentra una fortaleza en grupos de teatro y músicos de primera categoría de Medellín, artesanos, agricultores, programadores de software, revistas, radio, escritores, editoriales y proyectos educativos, investigativos y de documentación. Si uno fuera niño, muchos mundos de juegos mágicos; si fuéramos adolescentes, mucho donde iniciarse, y para todos un gran universo donde conspirar juntos. Un amigo dice: ‘tenemos un navegante y un acróbata’ en CONFIAR. Y uno encuentra una ciudad dentro de otra en el Bazar de la Confianza donde las miradas son distintas, las sonrisas tienen otros propósitos y hasta la forma de caminar cambia. Ojalá esa ciudad del Bazar le imponga cada vez más su latido a esa ciudad mayor”. Lukas Jaramillo, Casa Morada.

-“Esa idea de que en el Bazar empieza todo lo sorprendente ha pervivido en la permanencia de los bazares en todas las culturas, y su halo mágico volvió a mí como si llegara de un rincón de la infancia, de una comarca que duerme durante el año y se despierta con toda su prodigalidad en el
Bazar de la Confianza”. Marco Mejía, Asociado.

La Fiesta sigue
Nuestro Bazar no es ajeno a la cotidianidad que nos convoca para ser competitivos y ganadores en el implacable mundo del dinero, con la terquedad para actuar en contravía y rubricarla en cambio con el sello solidario, con la simpleza de los actos, pero tan complejo de entender que en cada gesto, en la más mínima de las acciones, la solidaridad debe ser la esencia de la vida.

El Bazar es un lenguaje que nos define, nos afianza, nos alienta para seguir creando, inventando, invocando, imaginando y soñando un País de la Cucaña que se erija noble sobre las ruinas malolientes del que ahora habitamos. Una manera de nombrar que nos arraiga en la memoria de la gente, que nos refleja como un espejo que, siendo representación, es al fin y al cabo imagen y concepto, es al mismo tiempo recuerdo, vigencia y expectativa de futuro.

Una fiesta ajena a los artificios del espectáculo y al consumo banal, cercana a los placeres sencillos, al calor deL hogar, al abrazo hermano, al hombro del amigo, al beso del amado, a la risa juguetona de los niños, a la nostalgia profunda del abuelo, a la irreverencia necesaria de los chicos… Esa es la fiesta nuestra, en la que cada año por un día en un pequeño lugar del mundo la revolución triunfa, el mundo se transforma y existimos al fin felices, al fin libres, hermanados por la alegría y la solidaridad.