
Entre tanta oferta de café, guarapo, cerveza y sodas en la soleada tarde del
domingo en plano Bazar de la Confianza, aparece una bebida que llama la
atención: chicha de gurupa.
¿Chicha? ¿De gurupa? De inmediato pregunto quién la hace. “La hacemos en la
vereda San José de Cocorná”, responde Jhonatan Jaramillo, un joven líder
campesino de este municipio del Oriente antioqueño, en un pequeño stand junto
con lo demás integrantes de la Asociación Campesina de Antioquia.
Desde hace tres años fermenta en su casa, junto con su familia, las frutas que se
producen en la vereda y que, en muchas ocasiones, se pierden por falta de
mercado o el invierno como la arazá, gurupa, borojó, maracuyá, mora y piña. “Con
esto evitamos que los productores pierdan su cosecha, es un proceso también de
resistencia comunitaria”, dijo Jhonatan, mientras atiende a los clientes ansiosos de
la bebida tradicional.
La chicha es una bebida fermentada utilizada por los indígenas para sus retiros
espirituales, pero que con el paso de los años se fue popularizando a tal punto que
muchas más personas la fabricaban y la consumían en exceso. Se fue
estigmatizando entre la población y mucho más cuando llegó la industria de la
cerveza y el ron.
“La chicha es un alimento y un probiótico, no es para emborracharse sino
una bebida para rituales espirituales, solo que se popularizó y le dieron otro
uso. Los arrieros llevaban su propia chicha y se sentaban alrededor del
fuego a tomar una taza de chicha”, explicó el joven.
Esta tradición parece tener doliente en el Oriente, que ha sido históricamente un
pueblo chichero. Los jóvenes y adultos crearon el Movimiento Chichero del
Oriente, una red que une a Guarne, Rionegro, Marinilla, El Santuario, Carmen de
Viboral para conservar esta bebida.
Este proyecto hace parte de las iniciativas que se tejen los municipios de esta
región antioqueña, donde los productores trabajan en comunidad para garantizar
la autonomía alimentaria y económica, preservando sus historias y tradiciones.
Pero además con una defensa por el territorio y el cuidado de los recursos
naturales con programas de turismo comunitario y ecológico.
Ellos agradecieron el espacio de Confiar durante el Bazar de la Confianza y
aseguraron que allí pudieron dar a conocer mucho más su cultura y productos
para proteger a los campesinos del Oriente antioqueño.