Skip to main content
Ocho ensayos,
Miembros Corporación Estanislao Zuleta 2007

EL BAZAR DE LA CONFIANZA: UNA EXPERIENCIA EFECTIVA DE SOLIDARIDAD, OCHO ENSAYOS: MIEMBROS CORPOZULETA, AÑO 2007

Dayana Cardona Pérez:
“ “Compartir”, creo que fue precisamente esa la experiencia a la cual me adherí desde un principio; quería apuntar a esa tarea que como grupo nos dibujaba Sandra en aquella reunión de un Lunes, tarea que confieso inicialmente miré con algo de escepticismo por la premura del tiempo pero que finalmente resultó vencido por la tenacidad y la disciplina de todos. En lo personal se convirtió en un reto, que aunque en pequeña proporción de enorme significancia; se trataba de medir mi compromiso desde lo real para con un proyecto al cual me decidí apostarle y que es precisamente en estas pequeñas tareas donde se hace.

La ganancia superó cualquier expectativa y de ella podría resaltar 3 elementos: en primer lugar fue reivindicar de lo que estamos hechos, cuales son los lazos que nos unen y el tipo de personas que hacen la corporación, lo cual resultó muy gratificante; como segundo elemento, de un valor aún más enorme, fue tener por fin un acercamiento y de proporciones tan hermosas con una Institución como Confiar, desde SU GENTE, desde los que la forman y la luchan, pasar de la concepción imaginaria siempre lejana a lo real de lo que puede hacer la “confianza” con los grupos de personas que aún se sueñan un país. Y por último señalar lo que no deja de sorprenderme con grata emoción, cual fue encontrar un sinnúmero de personas trabajando desde tantas líneas diferentes: el arte, lo ecológico, lo político… pero intentando apuntar a un objetivo común cual es la dimensión social, ticulándose en lo que es a mi modo de ver la mayor solidario…”

Juan Camilo Arias Mejía:
“Ese domingo, más que ningún otro, sentí la satisfacción de ver el pródigo fruto del trabajo de cientos de manos encaminadas al mismo fin, dirigidas por voluntades similares que apuntaban a demostrar que una sociedad mejor es posible. El arte, la literatura, la ciencia y la solidaridad fueron ese día, en especial, los lazos que promovieron una forma de vida más digna, separada en buena medida de los mezquinos ideales cotidianos en que se sumerge nuestro país, lazos más fuertes que hicieron más llevaderas las tensas relaciones imperantes entre los hombres. Este Bazar fue la manifestación de una apreciación distinta de la condición humana en la cual, haber participado, fue una oportunidad para entender que nosotros, en condición de corporación cultural, no estamos solos y que, todo lo contrario, hay una enorme suma de voluntades encontradas que creen que la vida se constituye de múltiples dimensiones cuyo cultivo es esencial para la existencia.

Por lo demás, el espacio fue también un feliz acierto; esto porque el jardín botánico de la ciudad no solamente es ideal para reunir a la gente en torno a la naturaleza y alejarlos, hasta donde sea posible, del ruido, la contaminación visual, etc., sino porque es un espacio que realmente requiere del apoyo y de la legitimación de la sociedad civil para seguir existiendo, para que le sustente realmente la función social que le dio origen; para que atienda a necesidades efectivas de la ciudadanía, como en este caso fue albergar a tanta gente y a tantas organizaciones sociales. Creo que de esta manera la búsqueda de un lugar en la sociedad y en el mundo, que a veces pareciera gélida, hosca e indiferente, cobra valores diferentes que alientan ese cotidiano luchar que nos une”.

Julián Felipe vanegas
“Son demasiadas experiencias las que debería relatar -si lo que pretendiese es hacer una descripción precisa de cada vivencia- en torno al Bazar de la confianza, pero me voy a detener fundamentalmente en dos puntos: la dignidad humana y la vivencia artística del entorno.

La apuesta que hace Confiar en el Bazar de la Confianza, más allá de parecer una obligación para con sus asociados, parece en cambio un experimento elaborado cuidadosamente, que tiene en cuenta la fragilidad, resistencia y obstinación del material con que trabaja, en el cual no es posible ser solamente un espectador de dicho experimento, porque a su vez te incluyen en él. El espectador parece no darse cuenta que él hace parte de lo que está observando; es en este punto donde se denuncia la intención oculta de Confiar: aniquilar la posición pasiva de aquellos pretendidos escépticos, burlarse de aquel que llega a observar ese interesante experimento donde confluyen todo tipo de seres e identidades creyendo que, desde su “lugar” no puede alterar lo que allí sucede, cuando en realidad es un elemento más de dicho experimento.

La exaltación de la dignidad humana en dicho evento se consuma precisamente en el hecho de aniquilar la observancia pura y poner a desempeñar a todos y a cada uno un papel en este gran escenario, con todas las potencias que la vida les puede dar para desempeñarlo. Es así como ante una existencia perdida, todos nos apropiamos de un papel y tratamos de interpretarlo de acuerdo a nuestras capacidades y posibilidades que muchas veces se ven menguadas-, todos somos actores y estamos condenados por el drama de ser unos pésimos intérpretes.

Quisiera resaltar el esfuerzo de Confiar y de todas las organizaciones sociales que allí pusieron el toque de su singularidad por hacer de dicho lugar un espacio bello, acogedor y placentero, ya que en cada despliegue, decoración y ambientación se puede ver la multiplicidad del paisaje humano, la importancia de las estéticas, la formas y los lenguajes en la existencia para cada cual. Por lo que podríamos decir que, el desenvolvimiento simbólico del ser humano en el mundo es otra forma de entender la dignidad humana.

Quizás, lo más oscuro que se esconde detrás de todo este despliegue es devolverle la esperanza a los seres que creen que otro tipo de relaciones, convivencia y existencia en el mundo es posible, es ofrecer una vacuna de Confianza en el hombre a todos aquellos que día a día sienten desfallecer sus ilusiones de cambio, es dar un punto de comparación que genere inconformidad y ganas de transformación a todos aquellos cuya cotidianidad en muy pobre y nunca has sido agasajados con un espacio digno que les haga sentir las posibilidades de ser humanos. En fin, Confiar es necesario en el mundo de hoy para resistir a la asfixiante escala de valores que pretenden ahogar la dignidad y las posibilidades de ser humano”.

Daniela Londoño Ciro
“Guardo del 2 de septiembre de 2007 un vivo recuerdo. El Bazar de la confianza es un evento de gigantescas dimensiones organizativas y sociales, evidenciadas en las vastísimas ocurrencias producidas en nosotros por aquellas vidas concretas dedicadas a la fiesta y al caminar viendo cosas que existen, cosas propias de la vida cotidiana de la ciudad, pero también arraigadas en la defensa de bienes preciados para ésta, como la cultura, la ciencia, los servicios públicos, la naturaleza, los derechos humanos, en fin, vida tras la vida era la que veíamos en este lugar invadido de espíritus desconocidos para nosotros.

En términos de los efectos morales que en mí produjo este evento, que baste enunciar la expresión júbilo de vida, no sé de qué vida, de muchas vidas, de infinitas posibilidades de alegrarse de entender que mucha gente respira a nuestro alrededor para que sobren otras más explicativas…
Luminoso día aquel (recuerden el sol amenazante de borrascas que nos acompañó a lo largo de nuestras horas de “cultura a pie”) en el que pudimos conocer algo así como “la realidad” que nos es más cercana, pero también la que menos suele asombrarnos. Y es que veíamos ese día caminar miles de personas que soportan la vida de nuestro tiempo a su manera y que representan la múltiple humanidad de la que hacemos parte y que a veces creemos reducida a una periferia nuestra, por lo demás, de pocos metros de alcance… Pero bueno, supondrán que no me iré a andareguear todos los domingos
al Jardín Botánico deseando que haya Bazar de la Confianza, pues esa desmesurada muestra de “vida normal”, de “vida de todos” impacta a larga duración y es menester para poder vivir pensar en menores dimensiones que recojan de a poco lo que son esos seres extraños, o que nos parecen así a causa de nuestras “dulces” ilusiones intelectuales, “dulzuras” que no sobran, por supuesto… Y creo que ese brillante sol “dossetembrino” era como un venturoso monstruo del intelecto que hizo traslúcido el espíritu de Confiar y el de esas gentes que miraban desordenadamente a todos lados.

Confiar, sabemos, quería juntar la gente y permitirle un día alegre y digno (todo esto fundamentado en la profunda valoración que esta fundación tiene de la vida de las personas que llama sus asociados y en la confianza de que con ellos se puede hacer una mejor humanidad); la gente en cambio, ¿qué quería la gente más allá de ese día de caminata y de picnic? No sabemos, sabemos que lo disfrutaron y eso vale. Cuando la vida de verdad, la del trabajo, es sufriente, que valga un día de fiesta por más que sea puro presente, por más que empiece y termine un domingo.

Para dejar de divagar, dejaré enunciadas por lo menos dos serias consecuencias que, pienso, deberíamos elaborar a partir de ese monstruoso impacto del gentío “dossetembrino”:
1. Algo en nuestro espíritu –el de cada uno y el de la Corporación Estanislao Zuleta- debe invocar siempre la universalidad que incluye las múltiples vidas.
2. La exploración es en gran medida el hálito de nuestra existencia; debemos entonces disponernos a descubrir la gracia de seres diferentes pero, más importante aún, idear maneras de concienciarnos de la importancia de su existencia en este mundo”.

Eduardo Cano
“…. En el lugar en el que permanecí por más tiempo tuve la oportunidad de estar interactuando con lo más importante del evento: la gente. Pienso e imagino que la mayoría de los stands cumplieron con requerimientos técnicos, pero cuando uno observa cierta felicidad en los rostros de los niños, muchas familias, incluyendo la mía, que disfrutaron las instalaciones y la actitud por ver y conocer qué había en ciertas, no puedo dejar de concluir que el Bazar tuvo éxito en cuanto a los fines humanos. Espero que eso haya trasmitido a la gente la filosofía de Confiar. Más allá de las comunes aglomeraciones y del calor propio de estos eventos, se logró un día con una característica acorde al nombre: con confianza”.

Stella Restrepo
“Participar en este evento me llenó de alegría y de admiración con una entidad que había oído nombrar toda una vida, pero nunca me había puesto a reflexionar sobre las actividades que desarrollaban. El evento en el Jardín Botánico, donde tuve la oportunidad de ver diferentes clases de personas y las actividades que desarrollaban, y la presentación en el Teatro Pablo Tobón, me pusieron a reflexionar sobre tantas cosas que puede hacer una entidad y sus asociados en pro de la cultura y la recreación.
He participado en otros eventos, por razones de trabajo, donde he visto un despliegue de logística y lujo, pero a veces se queda en eso, pudiendo extender el certamen a actividades que produzcan más impacto en los espectadores. Felicito a CONFIAR por la labor que están desempeñando en beneficio de sus asociados”.

Sandra Jaramillo
Caleidoscópica, así es como pude calificar mi vivencia una vez llegué a casa tras el Bazar y es que la energía, los colores, la diversidad y la calidez de este evento que reúne un grupo tan numeroso de gente no deja de ser muy desconcertante. En mi vida nunca había conocido una experiencia similar, es más ni siquiera me la imaginaba y por eso la relación con Confiar ha cobrado para mí y para mi entorno de amigos y compañeros de trabajo una gran importancia, me siento muy identificada con este proyecto social, muy convencida de que se trata de una institución a defender y sobre
todo a comprender a profundidad porque los logros, los procesos, la claridad política y la coherencia que como conjunto tratan de sostener les permiten constituirse como un punto de referencia para el cooperativismo y para las organizaciones sociales en general. Y cuando se está en planes de resistir a un mundo con el que no se está a gusto, reconocer a otros que estando en la misma brega pueden mantener tras tantos años de existencia la vitalidad y la jovialidad que se siente en Confiar y en el Bazar de la confianza, su evento emblema, se dobla la esperanza de que es posible vivir y gozar en la resistencia, de que es posible pues hacer una existencia y un proyecto queconjuguen la gratificación cotidiana con la lucha, así sea en minoría, por ideales distintos a los que propone nuestra época.

Durante el Bazar fue muy llamativo para mí observar la concurrencia de tantas y tan variadas organizaciones, en algunos momentos me pregunté de dónde sacaba Confiar tanta gente, tantos personajes y después pensé que esa puesta en escena evidenciaba que para la resistencia no se está solo, que hay muchos con los que podemos contar pero que también mi sorpresa evidenciaba que no nos conocemos lo suficiente, que son menos de lo posible los procesos y las redes efectivas que conformamos y esto porque el vivir en minoría ha traído como consecuencia que muchas organizaciones sociales se encierren sobre sí mismas y hagan muy difícil la relación con el afuera, imposibilitando procesos como el relevo generacional o como la construcción de redes y priorizando en su lugar, aquello que Freud llamaba “el narcisismo de las pequeñas diferencias”, es decir, mantenerse en el purismo de ser tan auténticos que una perspectiva diferente, una metodología distinta o un enfoque disímil abren abismos infranqueables. En esto se ha diferenciado, en mi opinión, Confiar de otras entidades y antes que cerrar sus puertas se flexibiliza vía un pensamiento abierto y liberal para cumplir ese difícil principio de la racionalidad: ponerse en el lugar del otro.

Muchas preguntas me quedan ¿cómo hacer de una experiencia como esta un proceso con incidencia política, es decir, con fuerza para afectar el conjunto de la población y las estructuras de poder?, ¿por qué y sobretodo cómo se promueve entre la gente más sencilla una fiesta distinta, donde el licor que embrutece y el estruendo que me niego a llamar música, ensordece e imposibilita la conversación? ¿Cómo pueden rotar en un mismo espacio quince o dieciséis mil personas sin que la violencia tenga lugar? Y finalmente ¿cómo ha construido Confiar ese tejido social tan sólido que sin duda
conforman sus asociados? Para cerrar quiero decir que felicito a Confiar por este evento, que lo apoyaré en lo que me sea posible para garantizar la permanencia en el tiempo de una experiencia así y que me sentí muy orgullosa de hacer parte del equipo que coordinaba el Bazar de la Confianza.

Alejandro López Carmona
EL BAZAR DE LA CONFIANZA: UNA EXPERIENCIA EFECTIVA DE SOLIDARIDAD: El Bazar de la Confianza realizado el pasado dos de septiembre constituyó para mí una experiencia fundamental de revitalización, pues, como su nombre indica, es una actividad en la que se puede sentir que germina y reina la Confianza en todos aquellos que se aproximan a este evento, sin embargo, es necesario decir que el paulatino acercamiento que desde la Corporación habíamos tenido a la Cooperativa Financiera Confiar y muy especialmente a la Fundación Confiar, había sembrado ya su semilla y ese día en una fiesta multicolor brotó en un mar de vida.

La alegría de sentirse parte de algo, de hacer algo con alguien, de pertenecer a un proyecto que, como el de Confiar cuenta efectivamente con la gente y les da libertad para que puedan ser pero que a la vez exige a quien se aproxima ponerse a la altura de sus posibilidades, para eso que podemos llegar a ser se potencie, expresa de una manera significativa la construcción de la solidaridad como un vínculo fundamental entre los seres humanos y como un elemento imprescindible en aras de alcanzar una sociedad más justa, más equitativa y en la que la alegría de vivir esté presente en cada persona. El Bazar de la Confianza constituyó un espacio amable, singular y a la vez diverso, en que la amistad, el reconocimiento de las diferencias y el respeto se conjugaron de una manera creativa como concreción de la solidaridad, pues en este evento se pasa del discurso a los hechos, no como simple asistencialismo o caridad, sino desde la puesta en escena de un hacer colectivo, de un hacer en comunidad, para ella y por ella.

En definitiva, puede afirmarse que el Bazar es una experiencia sui generis y que nos asombra, pues nuestra cotidianidad está bombardeada por otro tipo de valores preocupados más bien por exaltar el individualismo y el arribismo y no las construcciones colectivas y las acciones que nos trasciendan como individuos. Si desde afuera nos preguntáramos cuál es la clave para que un día así salga tan brillante como estuvo ese día el sol, sería difícil siquiera imaginar una respuesta que salga de los lugares comunes. Pero conocer de cerca esta experiencia, nos permite aproximarnos al misterio que la rodea, y nos impone apropiarnos de ese misterio y difundirlo: es necesario volver a creer, tener esperanza, CONFIAR EN LA AMISTAD como un lazo que mientras se mantenga como el cordel con el que se tejen las relaciones en un proyecto de estas características, contaremos con él por muchos años.

Bazar de la Confianza 2011

Daniela Londoño Ciro,
Asociada y Delegada de Confiar

El Bazar es un tejido de ideas y acciones cuya meta es un día de fiesta para la ciudad.Dos meses antes de su realización están avisadas las personas y organizaciones encargadas y se genera una primera oleada de expectativas. Cuando falta un mes todos los responsables deben tener claro cómo dispondrán los espacios del Jardín Botánico la fecha del Bazar. En las reuniones decisivas se habla de asuntos innumerables que tienen que ver con la organización y con el significado del evento: cada espacio es una propuesta para que la gente disfrute y conozca las diferentes apuestas solidarias de la ciudad y la región.

Lo que dos meses antes es apenas un esbozo, se va volviendo poco a poco un laberinto construido a muchas manos. La publicidad, las boletas, la cantidad de personas que se esperan, el montaje de cada espacio, las exposiciones, los artistas, la comida, los juegos, entre muchos otros temas deben ir aclarándose con el correr de los días como consecuencia de una gestión compartida. A la par de esto, se conversa del sentido de los espacios que ofrecen actividades diversas: los talleres, el cine, el teatro, el circo, los libros, la lectura, la relajación, el contacto con la naturaleza. Y todo responde al sencillo objetivo de pasar un domingo solidario entre amigos, familiares, conocidos, desconocidos; en medio de gente, en fin, de miles de personas que encarnan miles de destinos que confluyen ese efímero día del Bazar.

Sobrevolando los detalles y avatares de las semanas previas, hay que decir que la preparación de este evento es una prueba de que se pueden compartir sueños, objetivos y responsabilidades. Y lo mismo vale para el día en que se celebra el Bazar, pues en él encontramos tal variedad de experiencias y proyectos (ni qué decir de los personajes) que florece la esperanza de la vida en común. Recorrer el Bazar es sentir que somos plurales y que podemos vivir juntos.

Para esta versión 2011 se plantea la campaña política en defensa del agua como recurso público, la cual va unida a un hecho práctico que es surtir de fuentes de agua al Jardín Botánico para que la gente se provea de esta, que en ningún lugar será puesta a la venta. Y es que el domingo del Bazar llega a su ocaso, pero el proyecto solidario y las apuestas ciudadanas van más allá y apenas se dejan ver ese día. Tal el caso, por ejemplo, del Festival de Poesía, apuesta cultural de la ciudad que es afín al proyecto de CONFIAR, para nada ajeno a las tentativas poéticas. Y justo se lee algo que llama a la identificación y al orgullo de que las finanzas solidarias y todo lo que implican se hagan cómplices de la poesía:

Una Poesía es… (A Poetry is…)
Una poesía es…
el eco de la conciencia del hombre
el latido del corazón del hombre
el trueno del espíritu del hombre
la canción de la esperanza del hombre
Una poesía es…
el murmullo de nuestra lucha.Aung San Suu Kyi, Mianmar 1945 – Nobel de la Paz 1991
[Traducción de Carlos Ciro a partir de la versión inglesa de Min Htin Ko Ko Gyi]

No es poca la gente que llega temprano al Bazar, dispuesta a pasarse allí todo el día. En la mañana, salvo los que permanecen ante la tarima central, uno tiene la sensación de que todos caminan muellemente sin el propósito ni la necesidad de detenerse nunca, como una marea calma que sube y arrastra, y que lo mece a uno en el tiempo que se dilata perezoso mientras el sol asciende.

El primer recorrido siempre es de curiosidad. Aparte del escenario del Orquideorama, donde se presenta poesía, teatro, música, hay otros espacios: en la zona verde se encuentran talleres, propuestas recreativas, juegos, dinámicas de grupo. De pronto se sienten fragancias inusuales que provienen de una peculiar zona de relajación; se ve gente semidormida que apenas mueve los hombros, los dedos, el cuello, o también algunas personas que son masajeadas en camillas. Y un poco más allá hay jóvenes caminando sobre cuerdas suspendidas en el aire; y más allá se producen melodías desconocidas y la gente se aglomera entre aplausos. Y también se ven personajes llamativos en una estación meteorológica y algunos seres pintorescos que hacen jolgorio en el camino.

Uno no se detiene sino que mira de través, ociosamente, llevado por la inercia a un lugar dedicado a la lectura, los libros y la conversación. Se descubre allí la faz seria y circunspecta de la cultura, que no se riñe con la risa y el divertimento de los alrededores. Y las piernas que andan solas pueden arrastrarlo a uno a una zona demarcada por toldos de colores en los que se exponen y ofrecen productos de organizaciones comunitarias y solidarias. Ahí se muestra un sentido característico de esta fiesta, que es resaltar los lazos solidarios que se propician desde CONFIAR buscando relaciones sociales y económicas más justas y equitativas. Cuando el sol está pleno, al medio día, hace falta comer algo. Se encuentran muchas opciones, aunque luego de haber probado viandas de todo tipo, uno come para retar a sus tripas a que lo tumben en la tarde, cuando muchas más personas visitan el Bazar dejando de parecer una marea y tornándose una estampida, pues la somnolencia del almuerzo hace verlo así. Y sí, hay más gente, más ruido, más calor: todos vibran y gastan sus energías… Los que estaban desde la mañana han encontrado las sombras precisas y descansan. Vienen a la memoria unas palabras de nuestro cronista Luis Tejada:

Los que están en el Paraíso han de ser, ante todo, unos seres ociosos que viven extendidos sobre la grama o sentados bajo los árboles, con las frutas al alcance de las manos y llenas de paz las almas. La humanidad ha concentrado en esa bella fábula todo su sueño de felicidad, felicidad que debe ser la única perdurable y completa puesto que está basada en la pereza, el instinto más firme, noble e indestructible en el hombre.

Las personas que siguen caminando, con o sin rumbo, pueden perderse en el Jardín Botánico, entre árboles y gente, y volver pronto a la realidad para sorprenderse de lo que se encuentran. Tres de la tarde, un sol abrasador, una carpa sudorosa al aire libre, estridencia, gente de negro, fumadores meditabundos: suenan apasionadas bandas de rock. Esta escena prueba la diversidad que convoca el Bazar de la Confianza, que a la misma hora ofrece música llanera en el orquideorama. Y la gente va adonde quiere, porque además el espacio está dispuesto para que cada cual encuentre su lugar.

La fiesta se da en la multiplicidad y el Jardín Botánico es apropiado por la gente, fenómeno que llama la atención porque contrasta con el encierro y la rutina de todos los días entre la casa y el trabajo, que convierte el espacio exterior, público, en espacio de tránsito y afán, de rostros cansinos que se evitan aunque los cuerpos se tropiecen.

Este domingo de Bazar demuestra, en cambio, en el lento discurrir de la gente y en la disposición del espacio como un fin, es decir, como un lugar de permanencia y de encuentros, una manera de estar fuera de uno y de sus guaridas cotidianas.

CONFIAR ha hecho posible un día diferente, alegre, plural para sus Asociados y para la ciudad. Cada persona ha podido ver formas de vida y apuestas sociales y políticas que van más allá de su existencia privada y que quizás animan la esperanza de una mejor humanidad y de una vida digna. ¡Muchas gracias!