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Mientras en la Medellín de los 90 la violencia dejaba ríos de sangre en sus calles y dolor adentro en las casas, los niños no tenían otra opción que refugiarse del ruido ensordecedor de las balas que zumbaban afuera de las ventanas. El juego era un privilegio para quienes podían salir a las aceras, en la cuadra, y escapar de la rutina para compartir con otros niños. 

Esa realidad que, para muchos es cuestión del pasado, llevó a Dorian Andrey Agudelo Jiménez, habitante del barrio Santander, en el noroccidente de Medellín, a buscar opciones para los menores. Ahí surgió De Mentes Pensantes, el juego como estrategia para la vida, una corporación que puso a jugar y a pensar a más de un visitante en el Bazar de la confianza y dejar lecciones y aprendizajes. 

“Yo diría que cada 3 metros las calles de ese barrio alguien cayó asesinado y los niños no teníamos una cancha, no teníamos un parque, una zona verde. Me acuerdo que jugábamos chucha cogida y escondidijo o a veces cogíamos las tablas de la cama, le echábamos parafina por debajo y nos lisábamos por esa loma, pero siempre estaba la violencia (SIC)”, relata como si fuera ayer. 

En medio de ese contexto amargo, Dorian comenzó a investigar y encontró que el juego era como una especie de base para el desarrollo motriz, cognitivo, sensorial de los niños. Al salir del barrio, hace 8 años, pensó en llevar esparcimiento a los más chicos que no tuvieran acceso a esas formas lúdicas y, hoy por hoy, no ha parado de ver jugar y pensar a otros. 

“La idea no era construir juegos porque sí, sino juegos que desarrollaran las capacidades cognitivas, psicomotrices, el desarrollo del pensamiento abstracto, lógico y creativo, la capacidad de analizar, crear estrategias, romper esquemas mentales, pero sobre todo aportarle al tema de salud mental e integración social, reivindicando el derecho al juego”, explica en detalle. 

Ahora De Mentes Pensantes tiene más de 40 juegos. Algunos son de estrategia, de competencia, didácticos, educativos, para la memoria, para la paciencia, para trabajar en equipo, de habilidad motriz, para todo tipo de personas, “de uno a 200 años más o menos” como diría Dorian. Un par de ellos fueron los mismos que dejaron ver la estrategia, el trabajo en equipo y la diversión de los visitantes al Bazar, quienes celebraron los 50 años de la Cooperativa Confiar. 

Para Agudelo Jiménez, el juego que más lo identifica es uno creado por él mismo: Estrategia del Laberinto. Este consta de 4 jugadores, definidos con colores distintos, quienes con sus fichas parten desde el lado opuesto de su base, identificada con el mismo color. La estrategia comienza cuando entre unos y otros, se apoyan o rivalizan, y acuden a diversas habilidades para llegar a su meta. 

“Para eso, cada jugador tiene 13 barreras y un dado de cuatro lados. La idea es que usted tira el dado y según el número que le caiga pones una barrera posibilitando que a tus contrincantes se les demore más el trayecto y se va creando una serie de laberinto”, lo describe como si estuviera en una partida al justificar que allí se potencia la planeación estratégica, la comunicación con los otros, la cooperación, la visión y objetivo como propósito de vida. 

¡Si! Como en la vida, el juego cambió la forma de pensar y las maneras de construir alternativas para los más vulnerables para Dorian. Cada ficha, pieza o tablero le ha permitido encontrar a cada participante ese niño interior, esa comunicación con los otros, porque según concluye “el juego es un mundo infinito”.